La duda sobre la presunta
inutilidad del apéndice es un clásico
de la literatura médica y propia la propia biología. Ese pequeño “apéndice”, nunca mejor dicho, parece estar
ahí para poner en cuestión la perfección del organismo y las propias leyes de
la evolución, pues nunca se ha descubierto una incuestionable función biológica
¿Qué hace en nuestro cuerpo un órgano “inservible” del que lo único que podemos esperar es que
se nos inflame, nos produzca dolor y nos obligue a extirpárnoslo mediante una
intervención quirúrgica?
Sin embargo, recientemente parece que el
misterio ha sido desvelado. La función original del apéndice todavía importante
en países del tercer mundo, parece ser la de servir de pequeño almacén de
repuesto de bacterias que configuran la fauna intestinal. Sucede que nuestro
sistema digestivo está habitado por numerosas bacterias beneficiosas que nos
ayudan a digerir nuestros alimentos. Pues bien cuando todo el contenido de los
intestinos se expulsa por alguna infección, por ejemplo en casos de cólera o
disentería, también desaparece la flora bacteriana natural, y ellos pone en
peligro nuestra vida. Es entonces cuando el apéndice entra en acción, pues es
el lugar donde esas bacterias puede vivir a salvo hasta que las necesitamos
para regenerar nuestra flora intestinal.